Cinco cuadras de felicidad, por Verónica Rodríguez
Recibí la invitación de Carlos Martín Briceño para presentar Viaje al Centro de las Letras en octubre del año pasado, a través de celular. Nunca contesto el teléfono cuando conduzco pero esa tarde de solfríehuevos, el timbre me obligó a estacionar dos esquinas después de salir de casa, no fuera ser mi hija para decir que, de último momento, el padre exigió ir por ella a la escuela. Me extrañó que en la pantalla del equipo titilara “Carlos Escritor”. No tengo gran amistad con Carlos, es decir, nunca me ha invitado a sus pomposas fiestas de cumpleaños o a sus románticas bohemiadas, ni me ha pedido que lo acompañe a la FIL en Guadalajara, como suele hacer con los escritores de rancio