Frijol con puerco | Por Carlos Martín Briceño
En casa de mis padres, como dicta la tradición yucateca, se comía frijol con puerco todos los lunes, costumbre heredada de la antigua matanza sabatina de cerdos fomentada en la península en el siglo XIX, durante el auge de las estancias ganaderas en Yucatán. Mi tía lo preparaba desde temprano, supervisada por mi madre, quien alternaba la atención de sus pacientes con la rápida revisión del guiso en la cocina. Entonces vivíamos en el centro de la ciudad y el consultorio dental de mis padres estaba ubicado en el mismo predio que nuestra casa, en una de las habitaciones principales transformada en centro de operaciones odontológicas.