Hotel | Un relato de Carlos Martín Briceño
Desnudo, el hombre se puso de pie y se acercó al ventanal de la habitación ubicada en el último piso del hotel. De su miembro todavía goteaba algo de semen. Caía la tarde y los automóviles circulaban a paso de rueda con las luces encendidas en las interminables avenidas de la ciudad. A lo lejos, el verdor del bosque de Chapultepec descollaba por encima de los tonos grises del resto de la urbe. En la cama, la mujer dormitaba. El hombre desvió la vista y la observó. ¡La amaba y la odiada tanto! Se habían reencontrado después de algunos meses, luego de haber jurado no volver a frecuentarse salvo por algo grave que incumbiera a las hijas, las que, “por