
Sobre el arte de beber | Por Carlos Martín Briceño
1 Desconfíen de los abstemios, se empeñaba en sostener mi padre. Fiel a su credo, para asegurarse de que ni mi hermano ni yo fuéramos a formar parte de esa desdichada tribu, los domingos acostumbraba servirnos un tarro de espumeante León Negra antes de la cochinita pibil, el puchero de tres carnes o el pavo en relleno negro que preparaba mi diligente progenitora. Era la década de los sesenta y, en esos días, ajenos a moralinas extranjerizantes, nadie se escandalizaba porque los hijos varones degustaran, a temprana edad, aquella múnich oscura producida por la extinta Cervecería Yucateca, con ingredientes importados de Alemania. Debido a su extendida fama de buena, incluso los médicos de la región recetaban a las mujeres embarazadas