Genera Nostalgia de la sombra combate intelectual entre Carlos Martín Briceño y Eduardo Antonio Parra | Por Héctor Cobá

Imposible abandonar la lectura si se construye una atmósfera, se logra la voz del personaje, consigue el ritmo y envuelve al lector con la novela Nostalgia de la sombra de Eduardo Antonio Parra, lo reflejó el debate, charla entre amigos, intercambio de ideas y diálogo con el presentador Carlos Martín Briceño de la reedición del citado texto en la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey).

Esta nota sobre ¿una novela negra o narcoliteratura? se divide en cuatro partes, un preámbulo, lectura del texto de presentación, parte del diálogo entre autor y presentador, más un comentario de la sesión de preguntas y respuestas.

De inicio el presentador confesó, este 23 de marzo, que Nostalgia de la sombra no lo había leído, “he leído todas tus obras y éste me faltaba, me faltaba porque nunca lo encontré, creo estaba agotado”.

Briceño comentó que muchos conocen a Eduardo más como cuentista, no le gusta que se lo digan, es un gran novelista también, es una de las voces más importantes en México de la literatura contemporánea.

Él ha sido becario del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fonca), también lo ha sido en el Sistema Nacional de Creadores; autor de los libros de relatos Los límites de la nocheTierra de nadie, Nadie los vio salir, Parábolas del silencio; y de las novelas Nostalgia de la sombra, de la que vamos a hablar ahorita. Juárez. El rostro de piedra, publicado por Grijalbo después por Era, reeditado por Era, una novela extraordinaria sobre Benito Juárez. Ha sido traducido a numerosos idiomas: al inglés, francés, italiano, danés, islandés y esloveno.

Sus cuentos han sido recopilados en el libro Sombras detrás de la ventana, la recopilación de todos sus cuentos y literatura con el que ganó el Premio Antonin Artaud en 2010.

Parra es un personaje que en el norte maneja todos los hilos de la literatura, todos lo consideran su maestro, participa en tantas ferias, presenta libros de todos, apadrina nuevos escritores; además escribe; además de todo esto que hace participa en jurados. Uno se pregunta ¿a qué hora escribe Eduardo Antonio Parra?

“Yo igual me lo pregunto”, interviene el autor.

CMB: ¡Ya me la devolvió!

Esta novela Nostalgia de la sombra, le decía a Eduardo, es la única que yo no había leído,  y no la había leído no porque no quisiera, sino que no la había encontrado. Recuerdo que Rafael Ramírez Heredia la recomendaba mucho. Rafael, maestro de muchas generaciones también. Rafael cuando hablaba de literatura del norte siempre hacía alusión a tu novela. Hacía mención a este texto con mucho respeto y lo teníamos todos en la cabeza, pero en realidad, creo lo publicó Joaquín Mortiz, después lo publicó TusQuets. Yo creo que se vendieron muy bien porque fue difícil encontrarla.

Lectura

Escribí un texto sobre el libro, me voy a permitir leer para constatar los horrores recién descubiertos en el centro de exterminio del cártel de Jalisco en Teuchitlán, campos de entrenamiento, hornos crematorios, restos humanos, zapatos de los presuntos sacrificados. ¿Puede alguien imaginar algo más atroz? Pero la buena literatura ésta que se nutre de la realidad, pero a su vez la distorsiona, en ocasiones se encuentra en la narrativa, campo fértil para desarrollar historias terribles que permiten invocar las virtudes liberadoras de la ficción.

Nostalgia de la sombra de ediciones Era y el fondo editorial de Nuevo León 2025 navegan dentro de estos parámetros. Una historia oscura, ¿acaso real, acaso ficticia? Que alimenta hechos de sangre y los devuelve de manera sublime casi poética convertidos en lo que algunos críticos recelosos han dado llamar glorificación de la violencia.

Aunque a primera vista se nos presenta como una novela negra arquetípica, lo que menos importa es la intriga que se esconde detrás de los crímenes, aquí lo que resulta relevante son las reflexiones del asesino, que el narrador omnisciente entrevera a lo largo de 330 páginas con minuciosas descripciones del ambiente donde se desarrollan los hechos, una vieja cantina en Ciudad de México, una habitación en el último piso del hotel Ancira de Monterrey, un vertedero de basura cercano a la Central de Abastos en la capital de Nuevo León, la solitaria carretera que atraviesa el desierto rumbo a Laredo, y un tenebrosa cárcel mexicana atiborrada de sicarios y narcotraficantes. Nada como matar un hombre, la frase resuena en las paredes de su cráneo y Ramiro reconoce bajo la piel un ligero aumento en la temperatura sanguínea, es la única manera de saber que valió la pena venir a este mundo. Con esa perturbadora frase abre Eduardo Antonio Parra esta desesperanzadora historia, desde este instante gracias a la crudeza de los hechos y las cinematográficas imágenes resulta imposible abandonar la lectura.

Matar la literatura

¿Por qué matar satisface tanto a Ramiro Mendoza Elizondo?, ¿qué lo motivó a abandonar a su familia y a renunciar a su trabajo como periodista de la nota roja? Por cierto, Parra fue periodista de la nota roja; para convertirse en un asesino a sueldo, pero un asesino a sueldo; qué lo llevó a creer que conoce a Maricruz Escobedo, la guapa ejecutiva de Bolsa, que le han asignado como último encargo de su ciudad natal.

Cuentista consumado, Parra maneja a profundidad la técnica del relato corto por eso inicia y cierra los ojos en capítulos que integran Nostalgia de la sombra con la misma intensidad con que lo haría en un cuento. Aunque hay que decirlo, maliciosamente, deja también cabos sueltos para acrecentar el misterio y reforzar los hilos en el trabajo narrativo. De tal forma que el lector siempre sienta estar frente a la panorámica que brinda la novela.

Nostalgia de la sombra es también un homenaje a la Sultana del Norte, una carta de amor-odio a esa urbe industrial donde Eduardo Antonio Parra creció y se formó como escritor, y a la que vuelve con regularidad, tanto física como literariamente a través de sus historias.

Cito un fragmento: “Es cuestión de voluntad, no por nada viví aquí tantos años, gira la vista a la lejanía las emanaciones del pavimento levantan una membrana entre él y la carretera; esto es Monterrey, una plancha cosida a la coronilla, este olor tierra recalentada, mira su reloj, las 2:25, se acomoda tras el volante y arranca; ¿Monterrey dormido?, ¡para nada!, finge descansar pero en sus cimientos, en sus cloacas, en sus subterráneos se revuelve más despierto que nunca. Te conozco pinche ciudad, aparentas calma y sosiego cuando te agitas por debajo del pavimento, detrás de las paredes chillas y das brincos y te hundes, oscureces a tus habitantes y los encoges tanto tú con el fin de llegar a todas partes a devorar inocentes y desprevenidos”.

Durante la novela Eduardo Antonio Parra hace énfasis en el carácter atormentado de su protagonista, Ramiro sueña o recuerda constantemente hechos que le permiten referir historias complementarias, que en ocasiones resultan tan sórdidas por las principales, los asesinatos casuales que lleva a cabo en el vertedero de basura o en la cercanías del lecho seco del río Santa Catarina no desmerecen en crueldad frente a la fatal pelea que sostiene con el gigantesco póster de la penitenciaría fronteriza o contra los guardaespaldas de Maricruz Escobedo y la escena final sin regatear detalle.

A principios de este siglo se hablaba insistentemente de narcoliteratura, las mesas de novedades rebosaban de novelas relacionadas con el tema. Cinco lustros después el narco parece haber quedado rezagado de otros argumentos más actuales, como aquellos que se refieren a la emancipación femenina, y no es que la violencia por el crimen organizado haya disminuido, pero cada vez resulta más complicado fabular en la realidad que forma parte de nuestros días. Las crónicas y reportajes han sustituido a la ficción. No obstante, Parra si se debe a las modas, a través de sus letras se une a las voces que impiden que se normalice esta violencia. Ahí está también Laberinto que le valió el premio Bellas Artes de narrativa Colima para obra publicada en 2020. Novela inspirada en los trágicos hechos ocurridos en el pueblo de Allende, Coahuila, donde dos bandas enemigas se enfrentaron con armas de grueso calibre, matando a los pobladores y destruyendo todo a su paso.

En algunos de sus ensayos Milan Kundera afirmó que una buena novela no es más que una meditación sobre la existencia vista a través de personajes imaginarios, 23 años después de su lanzamiento Nostalgia de la sombra, ópera prima novelística de un autor que se ha ganado a pulso un lugar destacadísimo en las letras mexicanas constituye un notable ejemplo que lo confirma.

Presentador vs autor o viceversa…

Estuve leyendo algunos artículos que salieron en, lo recordarás perfectamente, en Letras Libres, donde hablaban de la narcoliteratura, específicamente uno de Rafael Lemus. Que tú luego le respondes al joven crítico, el imberbe crítico. Más o menos como lo que estás diciendo, no es del todo correcto. Me llamó mucho la atención que esta novela fue escrita en esa época, en donde como digo en el texto que acabo de leer, uno iba a la mesa de novedades, también todos los que leen, los que leemos lo sabemos, había infinidad de novelas que tienen que ver con el narco. Repito, no es que eso haya desaparecido, pero parece que, como que los argumentos actuales se han convertido, han diluido un poco esto, ¿tú qué opinas?

EAP: Yo creo que sí, yo creo que ya no hay tanto ruido alrededor de lo que solían llamar narcoliteratura, o lo que suelen llamar narcoliteratura; además es un título, un nombre, una etiqueta que a mí nunca me gustó. Yo siempre decía, no se puede decir narcoliteratura, no se puede llamar narcoliteratura. Podríamos hablar en todo caso de narrativa de la violencia en México, así como en una época hubo narrativa de la violencia en Colombia. Ahora, ahora nos damos cuenta de que sí fue una especie de impulso, los críticos siempre, pero me refiero, ahora no al crítico como Rafael Lemus, que luego desapareció, quién sabe dónde anda.

CMB: ¿Desapareció, verdad?

EAP: Se fue a vivir a Estados Unidos, creo; este cometió el error de publicar un libro de cuentos, y después ya se fue.

CMB: ¿Entonces se vengaron?

EAP: No, no le gustó a nadie ese libro; no, se vengaron con el silencio casi absoluto, pasó desapercibido, además era bastante malito. Me refiero más bien a los críticos académicos, que, en realidad, buscan etiquetas para todo, cuando empezaron a hablar de narcoliteratura, yo no estaba conforme con el título, además yo no la escribía, por supuesto; él que sí la escribía, o el que escribía ese tipo de novelas, le gustó la etiqueta y le empezó a promover por ese lado es Elmer Mendoza, Elmer Mendoza es mi compadre ya mejor me callé, que le llame como él quiera.

Creo que la narrativa de la violencia continúa y continuará, como lo decía yo cuando acababa de sacar esta novela —Nostalgia de la sombra— y cuando acaba de sacar mis primeros libros de cuentos. Una de las cosas que nos preguntaban ¿y por qué tanta violencia?, yo decía: pues voltea a tu alrededor.

Me decían “es que no hay tanta violencia”, es que no la notas, pero está vibrando, abajo, por todos lados, va a estallar en cualquier momento; por ejemplo, esta novela se publicó en 2002, todavía no se vivía la ola de violencia horrorosa que vivimos a partir de 2006, 2007, además todavía no se veía en Monterrey. Monterrey, incluso en la novela se menciona, era bastante aburrido para trabajar la nota roja. Recuerdo o causa indignación o causa risa, estábamos en el periódico los fines de semana, y los fines de semana no pasaba nada, entonces decíamos qué vamos a llevar en primera mañana, no hay nada que llevar. De repente aparecía uno de los reporteros y desde la entrada gritaba: ¡traigo un muerto!

Casi, casi sacábamos champagne porque ya teníamos con que llenar el periódico; en ese tiempo Monterrey estaba en absoluta paz, había muchos filtros, se decía que ahí se lavaba el dinero, por eso estaba tranquilo, etcétera, etcétera y después estalló, estalló todo y lo que se cuenta, las escenas de violencia de esta novela, y de repente dije, oye, pues quedaron bastante light comparadas con la realidad. Ni hablar, la realidad sobrepasa a la ficción.

CMB: Y también esta novela provocó muchas ganas de regresar a Monterrey, como dije, haces un paisaje de Monterrey; hay unas partes donde describe Parra las montañas vistas desde ese hotel —Ancira—. Es una descripción tan seductora, que entonces empiezas a ver esta parte del paisaje de ciudad que contrastaba con la violencia de la novela, ¿entonces la hace como más atractiva?

EAP: Hay otra cosa que tomar en cuenta aquí. Yo tenía un año, más o menos, cuando empecé a escribir la novela, tenía un año que me había ido a vivir en la Ciudad de México; me estaba ganando muchísimo la nostalgia, por supuesto, por Monterrey, yo quería agarrar el primer transporte del norte que fuera, y regresarme a vivir a Monterrey. La Ciudad de México nunca la llegué a entender. Me la pasaba, pensando y pensando en Monterrey, creo eso responde un poco a parte del título: Nostalgia…, la nostalgia que me llevó a escribir esta novela. Por otro lado, también mientras estuve en el periódico; por ejemplo, trabajando ahí en el periódico este, me llamó la atención que la mayoría de los homicidios, la mayoría de los hechos de sangre que había en Monterrey en aquellos años, que eran finales de los 90, eran hechos de sangre, vamos a decir así repentinos. No era, no era crimen organizado, no era nada que estuviera preparado, para nada. Eran explosiones pasionales, entonces en estos días cada vez que publicaba yo una de esas notas. Yo decía es que es bien curioso todos esos hombres hasta ayer eran hombres de bien, eran hombres que trabajaban, tenían su empleo. Él tenía su familia, tenían todo eso y algo les pasó que algún día explotaron, o algo se les atravesó y cometieron un asesinato. Yo pensaba, así debe ser la mayoría de los asesinos, la mayoría de los asesinos que surgen espontáneamente, y entonces me preguntaba cuando uno surge así espontáneamente, resulta que es demasiado bueno en lo que hace. Que le gusta además…

CMB: La escena inicial convierte al asesino casual, obviamente él no quiere matar a los chavos que lo están asaltando. La escena inicial que da paso a todo es fabulosa. Me recordó un poquito al cuento Navajas, no sé qué hiciste primero; del cuento Navajas lo usaba mucho en mis talleres, me gustaba muchísimo la escena donde estaba unos perros fornicando, están observando la pelea, entre comillas, los perros no ven nada, el narrador omnisciente está diciendo, y parece tan cinematográfica que es pariente de esta descripción también.

EAP: Puede ser así, es muy anterior el cuento de Navajas, pero creo sí lo traía arrastrando en la cabeza, es un personaje; ya que habló de la escena Carlos; es un personaje que está por recibir su quincena. No le alcanza la quincena en la casa, trabaja demasiado, sale del trabajo y se va a echar una cerveza, y cuando va a regresar a su casa, cuando va a tomar el autobús le salen tres malandros, y tratan de asaltarlo. Ellos vienen armados y él viene desarmado, lo empiezan a golpear. Como decían en esa época: ve rojo y ya no supo de él, y cuando vuelve a tomar conciencia los malandros están tirados en el piso, los tres están muertos, los desarma y los mata con sus propias armas. Es algo que, bueno, probablemente no sea muy correcto, muy políticamente correcto, pero creo que la novela también es una de las intenciones de la novela era el descubrimiento de una vocación, una vocación como asesino, llevar un mensaje de esa vocación, llevar esa vocación lo mejor que puede.

Rulfo ¡no!

Muchos fueron los comentarios del público en la sala Yolanda Barrera Lara, del salón Chichén Itzá, en el Centro de Convenciones y Exposiciones Yucatán Siglo XXI, el siguiente destacó: “No recuerdo qué libro suyo leí, pero concluí en su momento que usted es el nuevo Rulfo, vertiginoso, acelerado y contemporáneo”, ¿de ser ésta una etiqueta está de acuerdo con ella?, espetó un lector de algún libro de Parra.

El autor respondió: no lo creo, a Rulfo lo releo siempre, todavía da más, todavía me falta Rulfo. Eso se decía, lo que usted comenta, cuando publiqué mis primeros dos libros.

Nota del reportero, si el posible lector no se interesa, es atraído, por la novela Nostalgia de la sombra es que es un insensible y no tiene corazón… (Fotos: Héctor Cobá).

hectorcobacc@gmail.com / X: @HctorCob / Facebook: Héctor Cobá

 

Texto publicado el 29 de marzo del 2025 en el portal El despertador de Quintana Roo

Enlace: Genera Nostalgia de la sombra combate intelectual entre Carlos Martín Briceño y Eduardo Antonio Parra – El Despertador

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