la efervescencia creativa de Bernardo Esquinca.*
Cada vez que comienzo a leer una novela y descubro en las primeras páginas la advertencia de que se trata de una ficción basada en hechos y personajes históricos, me quedo pensando si esta justificación no resulta innecesaria. Ya Vargas Llosa, ese grande del género, ha señalado en su interesantísima recopilación de ensayos La verdad de las mentiras, que “las novelas mienten –no pueden hacer otra cosa– pero esa es solo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que solo puede expresarse encubierta, disfrazada de lo que no es”.
El premio nobel peruano pone como ejemplo a Tolstoi, quien deseaba escribir Guerra y pazajustándose a la verdad, pero que por fortuna “se la saltó alegrísimamente empujado por la efervescencia creativa, lo que ayudó a producir un testimonio que prevalece sobre cualquier manual y sobre la verdad histórica”. Traigo a cuento lo anterior porque el libro Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe (Almadía 2018), de Bernardo Esquinca, cae, precisamente, dentro de la categoría de este tipo de novelas histórico-mentirosas que cuando están bien logradas, son capaces de seducir al lector más exigente. Y con este trabajo, Bernardo Esquinca, vaya que lo consigue.
Autor de novelas y cuentarios que combinan los géneros fantásticos, policíacos y de terror, Esquinca, ya se sabe, es una rara avis dentro de las letras mexicanas. Sus textos no están relacionados con el narcotráfico, ni con la violencia derivada de la injusticia social, tampoco describen los dramáticos avatares que sufrimos los que nos dedicamos a la literatura, mucho menos hablan de las redundantes historias de parejas al estilo Raymond Carver. Su obra se adentra en los miedos ocultos del ser humano, en las oscuras pesadillas que preferimos no compartir con nadie, en la aversión a los insectos, en el temor a lo desconocido que subyace en el interior de cada uno de nosotros y que hemos aprendido a dominar gracias a la civilizada vida en las urbes. Por eso no resulta extraño que en esta novela basada en la juventud temprana de Edgar Allan Poe –uno de los héroes literarios de Esquinca–, combine tan acertadamente la realidad con la fantasía.
Narrada en dos tiempos, el primero describe las aventuras en las que se pudo haberse inmiscuido Allan Poe durante su breve paso por la Universidad de Charlottesville, hoy la prestigiosa Universidad de Virginia. Este centro educativo, que durante sus primeros años de existencia fue convertida en un muladar por sus alumnos que se dedicaban a apostar, beber y meter prostitutas en sus cuartos, fue el hogar de Poe en el año de 1826. Y a partir de este hecho, combinándolo conveniente y fantasiosamente con la célebre rebelión de esclavos negros comandada por Nat Turner en el condado de Southtampton, el autor crea una historia de suspenso que mantiene atento al lector de principio a fin. La acertada descripción de la deliciosa visita al cementerio o la escena del duelo en Old Point son buenos ejemplos de los altos registros literarios que ha alcanzado la desatada imaginación de Esquinca:
Archibald iba a decir que detuvieran aquello: eran buenos amigos, la broma había llegado demasiado lejos. Pero en ese momento vio que un grupo de alumnos se aproximaba por el sendero del bosque. Alguien había corrido la voz y ahora tenían público. Ya no había escapatoria. Su mano temblorosa fue de un arma a la otra; le parecían iguales así que simplemente dejó caer sus dedos sobre una de ellas. Su cuerpo experimentó una sacudida al sentir el escalofrío del metal. Fue hacia Edgar y se la entregó.
-No sé qué decirte –balbució, con lágrimas en los ojos.
-No permitas que mi tumba esté vacía –dijo Edgar-. Lleva siempre una botella de vino y una rosa.
El segundo tiempo de la novela cuenta las peripecias que tendrá que sortear Edgar Allan Poe para encontrar el paradero de la hija inválida de su amigo P.T Barnum, un visionario empresario del siglo XIX, recordado por sus legendarios espectáculos circenses que incluían numerosos freaks a los que exhibía y explotaba sin ningún pudor.
Tomando como base este supuesto secuestro, el autor desarrolla una investigación en el Nueva York de 1842, comandada por el propio Poe, que incluye un encuentro con Charles Dickens, charlas y parrandas con el editor y dueño del Herald, James Gordon Bennet; una excursión de “freaks al rescate” en el temible barrio neoyorkino de Five Points y un desenlace fantástico digno de un filme de Tim Burton o Guillermo del Toro:
-Mi hija se esfumó –dijo el empresario-, como si fuera uno de los espectros de los cuentos que usted escribe. Nadie vio nada; simplemente un día su silla de ruedas apareció vacía.
-Es muy extraño –dijo el escritor, meditabundo- que desapareciera en su propia casa tomando en cuenta su estado de salud…
-No me lo explico. Yo estaba atendiendo el museo y mi mujer dormía. Cuando despertó, Cordelia había desaparecido. La policía vino de inmediato: no encontraron nada fuera de lugar, tampoco la cerradura estaba forzada.
Salpicada de mentiras verdaderas Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe es, además de un viaje al Manhattan de mediados del siglo XIX, un homenaje al hombre que revitalizó el cuento y sentó las bases para el relato policíaco y de ciencia ficción; una evocación inolvidable de uno de los narradores que más han influenciado a los cuentistas de los siglos XX y XXI, incluyendo, por supuesto, al propio Esquinca.
*Este texto fue leído durante la presentación del libro en el marco de la Filey 2019.
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