
A la memoria de Charles Darwin
Hará tres años cuando me enteré de la muerte de Harriet. La noticia, perdida entre las páginas de espectáculos de un periódico local, llamó mi atención. Me remontó a mi infancia, a una fiesta de cumpleaños y a la edición ilustrada de El origen de las especies que alguien tuvo a bien regalarme. Harriet, la tortuga galápago que fue capturada por Darwin en 1830, había muerto tranquilamente en un zoológico australiano, de un paro cardíaco, a los 176 años. Sí, escucharon bien, 176 años. Para Adán Echeverría, biólogo de profesión, pero escritor por vocación, estoy seguro que esta noticia tampoco pasó desapercibida. Digo esto porque el libro que hoy nos convoca, y que forma parte de esta nueva y post moderna