
Mea Culpa
Convencido de que la alternancia partidista es benéfica para cualquier sociedad democrática, voté por las dos. Nunca me gustaron del todo sus discursos, pero reconozco que hicieron una mejor labor de campaña que sus contrincantes. Una labor artificial, pero bastante cercana al pueblo que las elegiría. En aquel momento, estaba seguro de que todo el que hablaba en su contra, lo único que pretendía era perpetuar en el poder al partido del cambio. ¿Por qué no darles una segunda oportunidad?, recuerdo haberme preguntado. Y aunque muchos me lo advirtieron, no cambié de opinión. Pasado el tiempo, debo reconocer que me equivoqué. Nada más asumir sus puestos, las dos – gobernadora y alcaldesa – mostraron su verdadero rostro. A la par