
El murmullo del frío
Aquí está otra vez el frío. Viene de mi interior, lo sé. Desde ese día no he vuelto a ser la misma, aun cuando en esta ciudad la temperatura sobrepase los cuarenta grados, esta hiriente sensación no me abandona, me recorre el cuerpo, se adentra en mi torrente sanguíneo y, aunque han pasado dos años, me obliga a recordar a diario los hechos, a rememorar la mañana, la mala hora en que te dejé en aquella trampa. Nada más escuchar el timbre del reloj despertador y despegar los párpados, lo primero que hago es mirar tu rostro; alzo la mirada y busco tus ojos en el retrato colgado en la pared. ¡Qué me importa que lo desanconseje el psicólogo!