Artículos y entrevistas

Apuntes y otras digresiones

Breve paseo por las calles santiagueras

Nací en esta ciudad en los años sesenta, cuando los nombres de los mártires cristianos sugerían barrios pintorescos y los emeritenses aún no se rendían del todo ante la hegemonía del automóvil. Pasé mi infancia a caballo entre los barrios de San Juan y Santiago, el afecto dividido entre dos suburbios que, como niño, me ofrecían inagotables fuentes de regocijo. Pero es Santiago, acaso por la vitalidad que todavía subsiste en sus calles,  el que me trae mayor cantidad de recuerdos. Cierro los ojos,  aspiro hondo y me lleno los pulmones con el aire de nostalgia que permea en el ambiente. Lo primero que me viene a la cabeza es la feria de julio en honor al Santo Patrono. El

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Apuntes y otras digresiones

Viaje al centro de las letras

– Papá, ¿qué es copular? Era la voz de Emilio, quien desde el asiento trasero del automóvil me hacía la pregunta con la terrible naturalidad de sus ocho años. El momento había llegado, quizá más pronto de lo que esperaba. Repasé en mi cerebro un guión que mi mujer y yo teníamos listo para cuando se presentara esta circunstancia. Emilio tenía en las manos una versión original, nada edulcorada, del El Diario de Ana Frank. Esteban, a su lado, abandonó por un instante sus historietas de Mafalda dispuesto a escuchar mi respuesta. Me vino a la memoria un domingo caluroso de verano, por la noche, cuando  mis padres nos llamaron a la sala a mi hermano y a mí, entonces

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Opinión

No merece el premio

No puedo negar que al principio me dio gusto saber que el Premio FIL de este año, con todo y sus 150,000 billetes verdes, iría a parar a manos de Alfredo Bryce Echenique. Y no es para menos, mi relación con el peruano ya es vieja. Su obra más emblemática, “Un mundo para Julius”, figura permanentemente en la lista de libros que suelo recomendar cuando se trata de acercar a la gente a la literatura. Cínica, fina, mordaz, la novela -con un lenguaje que mezcla de manera magistral al narrador omnisciente con el yo protagonista- es un ameno viaje por la anodina vida de la oligarquía limeña. El fallo del jurado del Premio FIL -que dicho sea de paso encabezaron

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comentario

La violencia silenciosa*

El teatro  Tiovivo, en Mérida, presenta hasta octubre Manual de cacería, de Noé Morales Muñoz, que explora problemáticas sociales de Yucatán: la violencia silenciosa del alcoholismo y el suicidio. Yucatán se encuentra entre las zonas con mayor índice de alcoholismo y suicidio de la República. Para crear conciencia al respecto, el colectivo Murmurante Teatro A.C.  invitó al dramaturgo Noé Morales Muñoz a integrarse a su laboratorio escénico con el fin de escribir una obra que, sin duda, inquietará a todos los que afirman que en el sureste del país,“no pasa nada”. De acuerdo con el director, Juan de Dios Rath, el proyecto “parte de la necesidad de pensar la violencia como una condición que nos atañe a todos, a partir

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Entrevistas

El mundo está lleno de seres despreciables

El Premio “Max Aub” para Carlos Martín Briceño Que un mexicano gane el Premio Internacional de Cuentos Max Aub es noticia. Que este mexicano sea yucateco, es relevante, más aún tomando en cuenta que el campechano Carlos Vadillo Buenfil lo ganó en 2001 y, de hecho, le advirtió a Caros Martín Briceño: “Va a ser la experiencia más inolvidable de tu vida… Te van a detener en la calle para abrazarte, para hablar contigo…”, y así fue. Todo sucede en una pequeña ciudad española: Segorbe, cerca de Valencia, donde cada año (desde 1985), el ganador del “Max Aub” es reverenciado por mucha gente de la comunidad que incluso paga 30 euros por asistir a la cena de gala que ofrecen

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Apuntes y otras digresiones

EL PODER PURIFICADOR DE LAS PALABRAS

DISCURSO DE ACEPTACIÓN DEL PREMIO MAX AUB 2012 Carlos Martín Briceño “El cementerio está cerca. La uña del meñique derecho de Pedro Pérez, enterrado ayer, empezó a crecer tan pronto como colocaron la losa…” La uña, Max Aub, 1976. Fragmento.   Supe de Max Aub en la secundaria gracias al empeño de mi maestra de español para aficionarnos a la lectura. La uña aún figura en muchas de las antologías del microrrelato mexicano. 30 años después, para mi regocijo, el jurado del certamen internacional que lleva el nombre de su autor ha distinguido un cuento mío con el premio del 2012. Emmanuel Carballo, el crítico literario mexicano por antonomasia,  quien a sus 83 sigue tan activo como siempre, cuando lo

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Apuntes y otras digresiones

Acerca del carnaval meridano

Ma‘ ti na’atik at’ aan. Matinatikatán. No entiendo tu habla. Ésta, se dice en Yucatán, fue la frase que los mayas peninsulares respondieron a los españoles cuando éstos preguntaron el nombre del lugar al cual habían llegado. De ahí que los conquistadores asociaran el sonido de la frase con la palabra Yucatán y así bautizaran a esta región de América.      Aunque no estamos hablando propiamente de una isla, la península de Yucatán, quizá por su condición caribeña, a lo largo de la historia siempre se ha mantenido aislada del resto de México, identificándose culturalmente mucho más con sus vecinos del Caribe.       La música yucateca, sólo por mencionar algún tópico, nada tiene que ver con los ritmos norteños mexicanos,

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Opinión

¿Sirve de algo leer?

Dice el escritor Juan Domingo Argüelles que leer no sirve para nada, que sólo quita tiempo para hacer cosas importantes en la vida. Como hacer dinero, por ejemplo. Y en cierto sentido, Juan Domingo tiene razón. ¿Para qué leer si nadie nos va a pagar un peso por esta actividad solitaria? Que yo sepa, ninguna empresa privada o gubernamental acostumbra aumentar el sueldo a sus empleados por libro leído. Tampoco las universidades premian a sus profesores por cantidad de novelas, poemas o ensayos degustados. La lectura, desafortunadamente, sigue siendo un placer individual incomprendido. Uno de los pocos placeres que no dependen de los demás.   “Diviértete leyendo” reza el eslogan de la campaña “Leer para aprender” que el Consejo de

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Apuntes y otras digresiones

La sustancia de los sueños

Mis hijos difícilmente sabrán con certeza quien fue Lela Oxkutzcaba. Tampoco llamarán a ninguno de sus amigos con los motes del Chereque o Totoyo.  Ahora menos que el creador de estos personajes ya no está entre nosotros.      Los llevé  –claro que lo hice – alguna vez al teatro Pedrito.  Hará unos tres años y daban, si mal no recuerdo, la obra “Pizot y la Ninia Amaría”. Era la reinauguración (una de tantas) del recinto y el sitio estaba totalmente lleno – más de adultos que de niños, debo decirlo – que se desternillaban de la risa con las ocurrencias de los títeres.  Mi mujer,  quien siempre comentó orgullosa que su primera oportunidad como actriz se la brindó Don Wilberth

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