
Breve paseo por las calles santiagueras
Nací en esta ciudad en los años sesenta, cuando los nombres de los mártires cristianos sugerían barrios pintorescos y los emeritenses aún no se rendían del todo ante la hegemonía del automóvil. Pasé mi infancia a caballo entre los barrios de San Juan y Santiago, el afecto dividido entre dos suburbios que, como niño, me ofrecían inagotables fuentes de regocijo. Pero es Santiago, acaso por la vitalidad que todavía subsiste en sus calles, el que me trae mayor cantidad de recuerdos. Cierro los ojos, aspiro hondo y me lleno los pulmones con el aire de nostalgia que permea en el ambiente. Lo primero que me viene a la cabeza es la feria de julio en honor al Santo Patrono. El