
Usheret | Por Carlos Martín Briceño
Llegamos con una botella de merlot en las manos. Dave nos abre la puerta y cuatro robustos y escandalosos perros vienen hacia nosotros para olfatearnos los zapatos. Nuestro anfitrión guarda un parecido notable con Donald Trump. El pelo escaso, lacio y rojizo, la piel sonrosada y las bolsas de los ojos me lo recuerdan. Además, es alto y corpulento como el presidente gringo. Mientras Melisa y yo luchamos por quitarnos de encima a los animales, Dave justifica: –Verónica los recoge en la calle, no tiene corazón para abandonarlos.






