
Filigranas literarias | Por Carlos Martín Briceño
Hace algunos años le compré a mi mujer unos aretes de filigrana con formas florales. Las joyas, hechas de finísimos filamentos de oro, brillaban en el aparador de aquella elegante tienda de artesanías. No eran piezas ostentosas, pero se notaba que para elaborarlas alguien había invertido grandes dosis de meticulosidad, paciencia y dedicación. Eran piezas únicas, sin posibilidad de réplica, hechas con una técnica milenaria heredada por generaciones.