Sureste

Los cuentistas peninsulares, a diferencia de los norteños que, tal como dijera Sergio González Rodríguez, “eligen el golpe súbito desde la primera línea”, van dibujando la tensión poco a poco. Pareciera que el acompasado movimiento del océano calmo que baña el litoral de esta tierra rocosa aislada, pero que “no es isla ni punta que entra en el mar como algunos pensaron, sino tierra firme” (Fray Diego de Landa, dixit), aunado al sopor del trópico, ha dotado a sus escritores de un ritmo diferente, de una cadencia campechana que embriaga paulatina, lentamente. En vez de profusas descripciones y acciones rápidas, predominan complejos pensamientos de los protagonistas, muchas veces avergonzados o arrepentidos de llevar a cabo la acción que se cuenta. Los autores convocados en esta antología son cuentistas vivos identificados abiertamente con la península, cada uno con intereses y edades distintas (Roldán Peniche Barrera, el mayor, sobrepasa los 80; los más jóvenes, Ileana Garma y Mauro Barea, no llegan a los 35), pero convergen en su interés por escribir relatos entrañables, maliciosos, inolvidables que contribuyan a mantener la eternidad del género. En el libro están representados los narradores que han desarrollado la escena del cuento peninsular en los últimos cincuenta años. Estoy convencido de que los textos incluidos presentarán al lector la variedad de la narrativa contemporánea en Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Y aunque las edades de los elegidos pueden llegar a tener diferencias abismales, es evidente el interés de cada uno para producir historias trascendentes. La lista, hay que decirlo, fue construida bajo el influjo de mi gusto personal. Estoy cierto de que algún autor pudo habérseme escapado. De antemano, una disculpa. La elección incluye a escritores cuya carrera se ha desarrollado desde la capital del país, pero que mantienen lazos indisolubles con su origen peninsular (Beatriz Espejo, Hernán Lara Zavala, Agustín Monsreal, Héctor Aguilar Camín, Eduardo Huchín Sosa, Carolina Luna y Fausta Gantús); autores que habitan y mantienen sus raíces en sus ciudades de origen (Roberto Azcorra Cámara, Carlos Vadillo Buenfil, Will Rodríguez, Roldán Peniche Barrera, Víctor Garduño Centeno, Melba Alfaro, Ileana Garma, Jorge Lara Rivera, Rafael Ferrer Franco, Roger Metri, Carlos Farfán, Javier España, Elvira Aguilar, Ramón Iván Suárez Caamal y Raúl Arístides), cuentistas que han emigrado del solar en busca de nuevos horizontes (Reyna Echeverría, Mauro Barea, Jorge Pech Casanova y Adán Echeverría) y, finalmente, narradores que llegaron al sureste del país años atrás y que decidieron adoptar la nacionalidad peninsular motu proprio (Adrián Curiel Rivera, Agustín Labrada Aguilera, Raúl Moarquech Ferrera-Balanquet y Cristina Leirana). Aquí queda pues Sureste, un documento-testimonio, registro de un momento de la tradición narrativa del Sur, de las preocupaciones y búsquedas estéticas de sus protagonistas, ofrecidas al lector sin mayor pretensión que la de compartir la aventura sin tiempo del cuento.

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