¿Qué tierra es ésta?,
¿qué extraña violencia alimenta
en su cáscara pétrea?
¿qué fría obstinación,
años de fuego frío,
petrificada saliva persistente,
acumulando lentamente un jugo,
una fibra, una púa?
Octavio Paz
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Durante muchos años la península se mantuvo aislada del resto del país. La denominada República de Yucatán –nunca se constituyó como tal–, era un intento de entidad que abarcó los actuales estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán que, en tiempos del Virreinato, formaron parte de la Capitanía General de Yucatán.No sería sino hasta 1848, en medio de la crisis originada por la Guerra de Castas, luego de la fallida anexión a los Estados Unidos, cuando sus gobernantes –la élite conformada por blancos, españoles y criollos– dieron por finalizados sus reiterados intentos separatistas y solicitaron, a cambio de ayuda militar, la reincorporación definitiva de Yucatán a la soberanía mexicana.
Quizás por esto, a pesar de la creciente comunicación e interdependencia entre las distintas regiones de México, la globalización no ha logrado liquidar del todo la particularidad cultural de la Península, una zona donde las antiguas identidades regionales perviven, y que muchos aún conciben como otro México.
Salvadas las fronteras impuestas de manera artificial por motivos políticos, es necesario reconocer que, en cuanto a cosmovisión, los habitantes de la Península –yucatecos, campechanos y quintanarroenses– comparten un sutil vínculo que los identifica. Varias circunstancias históricas sui generis de esta región, sede de la civilización maya, acentúan todavía más estas singularidades: la más importante sublevación indígena del Virreinato, la Independencia paralela consumada meses antes de la nacional, el reparto agrario precursor realizado por el movimiento San Juanista y la más larga guerra justicialista de los desposeídos (Guerra de Castas).
En cuanto a la Revolución, aunque paradójicamente tuvo que llegar el general Salvador Alvarado desde el norte para que sus efectos se hicieran reales, fue en Yucatán donde, por vía de las urnas, llegó al poder el primer Gobierno Socialista de América, encabezado por Felipe Carrillo Puerto, “el más grande gobernador de Yucatán”, según Juan García Ponce.
Por eso, cuando uno lee a los narradores de la Península yucateca, resulta perceptible que a la par de la posesión de un sello propio, existen claves regionales que los agrupan –la presencia constante del mar, la enceguecedora luminosidad del cielo, el sofocante calor que nunca amaina, la milagrosa lluvia que lo vivifica todo, la fastuosa variedad de su gastronomía–, significándolos como representantes de su grupo cultural, sensibles al pulso de su tiempo y entorno, con un marcado acento en asuntos diferentes a aquellos que privan, por ejemplo, en la narrativa de otras regiones como la del Centro Occidente, el Golfo, o más específicamente el Norte, cuyos autores han trascendido el localismo acogidos por editoriales que aprovechan el interés del público por relatos que, en buena medida, dan cuenta de la violencia provocada por el narcotráfico.
En la península yucateca, la literatura –además de haber construido una percepción social propia y de su realidad–, constituye una transfiguración de lo contemporáneo, una muestra involuntaria de que, más allá del imaginario de los hombres y mujeres que la habitan, la Hermana República de Yucatán sigue siendo una constante en la pluma de los narradores nacidos, identificados o cercanos al Sureste, quienes no han dejado de producir, a pesar de que sus temas son lejanos a las modas literarias.
La narrativa contemporánea de la Península, concretamente en el género del cuento, además de poseer una voz distintiva, goza de cabal salud. De allí que existan numerosos narradores que cultivan con esmero este género literario, una expresión tan antigua como la humanidad, incluso más, si atendemos a Cabrera Infante que afirma que “bien pudo haber primates que contaran cuentos todos hechos de gruñidos, que es el origen del lenguaje humano”.
El hartazgo de la vida en pareja, el placer de la venganza, los recuerdos de la infancia, la desesperanza en la vejez, los demonios de la infidelidad, la crudeza del divorcio, la frustrante –y al mismo tiempo irónica– realidad del escritor, el fantasma del incesto y la vida signada por la doble moral son los temas alrededor de los cuales giran las historias que cuentan los narradores del Sureste; relatos cuyas tramas, en su mayoría, aluden a esa violencia sorda que, de tan común se ha vuelto casi invisible en la península yucateca, una de las regiones con los niveles más altos de suicidio en el mundo y donde campean, a sus anchas, deseos soterrados que pocos se atreven a nombrar.
Los cuentistas peninsulares, a diferencia de los norteños que, tal como dijera Sergio González Rodríguez, “eligen el golpe súbito desde la primera línea”, van dibujando la tensión poco a poco. Pareciera que el acompasado movimiento del océano calmo que baña el litoral de esta tierra rocosa aislada, pero que “no es isla ni punta que entra en el mar como algunos pensaron, sino tierra firme” (Fray Diego de Landa, dixit), aunado al sopor del trópico, ha dotado a sus escritores de un ritmo diferente, de una cadencia campechana que embriaga paulatina, lentamente. En vez de profusas descripciones y acciones rápidas, predominan complejos pensamientos internos de los protagonistas, muchas veces avergonzados o arrepentidos de llevar a cabo la acción que se cuenta.
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Los cuentistas que a continuación mencionaré son, bajo mi punto de vista, los autores más representativos de la narrativa contemporánea de la Península. Son escritores identificados abiertamente con el Sureste, cada uno con intereses y etapas cronológicas muy distintas, pero que han convergido en su voluntad por escribir relatos entrañables, trascendentes, maliciosos, inolvidables que contribuyen a mantener la eternidad del género. Son narradores que han desarrollado la escena del cuento peninsular en la última centuria y que presentan la variedad de la narrativa reciente en Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
El primer lugar lo ocupan los escritores fallecidos a los que resulta indispensable conocer para entender los orígenes del cuento peninsular moderno: Ermilo Abreu Gómez, Jesús Amaro Gamboa, Juan García Ponce, Joaquín Bestard Vázquez, Isaac Carrillo Can y Juan de la Cabada.
En seguida vienen los cuentistas cuya carrera se ha desarrollado desde la capital, pero que mantienen lazos indisolubles con su origen peninsular: Beatriz Espejo, Hernán Lara Zavala, Agustín Monsreal, Héctor Aguilar Camín, Silvia Molina, Carolina Luna, Luis Miguel Aguilar y Fausta Gantús.
El tercer lugar es para los autores que habitan y mantienen sus raíces en sus ciudades de origen: Roberto Azcorra Cámara, Carlos Vadillo Buenfil, Will Rodríguez, Roldán Peniche Barrera, Víctor Garduño Centeno, Jorge Lara, Melba Alfaro, Ileana Garma Estrella, Rigel Solís, Felipe Alí Santamaría, Rafael Ferrer Franco, Juan Esteban Chávez, Carlos Farfán, Alonso Marín Ramírez, Arnaldo Ávila, Verónica Rodríguez, Miguel Manjarrez, Roger Metri, Daniel Sibaja, Yobaín Vázquez Bailón, Alexis Álvarez, Ricardo Guerra de la Peña, Nidia Cuan, Karla Marrufo Huchim, Mario Galván, Lolbé González, Jesús Koyoc, Joaquín Filio, Aída López Sosa, Verónica García Rodríguez, Sol Ceh Moo, Luis Antonio Canché Briceño, Gará Castro, Érica Millet, Zindy Abreu, Javier España, Elvira Aguilar, Saulo Aguilar, Raúl Arístides y Meryvid Pérez.
En cuarta posición están los cuentistas que forman la diáspora yucateca, aquellos que salieron de terruño en busca de nuevos horizontes: Reyna Echeverría, Jorge Pech Casanova, Laura Baeza, Mauro Barea, Joaquín Peón y Adán Echeverría.
Por último, los narradores que llegaron al sureste del país años atrás y que decidieron adoptar la nacionalidad peninsular motu proprio: Adrián Curiel Rivera, Agustín Labrada Aguilera, María Elena González, Raúl Moarquech Ferrera-Balanquet y Cristina Leirana.
Aquí queda pues esta lista de cuentistas contemporáneos, registro de un momento de la tradición narrativa del Sur, de las preocupaciones y búsquedas estéticas de sus protagonistas, ofrecida con la intención de fomentar en los lectores la búsqueda de sus textos y compartir la aventura sin tiempo del cuento.
Texto publicado originalmente en el suplemento Unicornio del periódico Por Esto!
Fecha de publicación: 24 de septiembre del 2023
Enlace: https://www.poresto.net/unicornio/cultura/2023/9/24/plumas-yucatecas-el-cuento-peninsular-un-acercamiento-401018.html