Luis Rosado Vega: más allá de la poesía | Por Carlos Martín Briceño

Hasta antes de leer Un arqueólogo desconocido. Luis Rosado Vega y la expedición científica mexicana (Libros del Marqués/Ayuntamiento de Mérida 2024) Rosado Vega figuraba en mi imaginario únicamente como el autor de la letra de la famosa canción Peregrina, pieza que le solicitó Felipe Carrillo Puerto cuando era gobernador para obsequiar a la periodista estadounidense Alma Reed con la que el político yucateco tuvo una relación sentimental.

Si acaso lo recordaba también por su libro de leyendas El alma misteriosa del Mayab, volumen que alguna vez cayó en mis manos por cortesía de mi hermano Enrique, en una edición de Maldonado Editores, valiente empresa que se dedicaba a rescatar a autores peninsulares olvidados.
De no ser por David Anuar, estoy seguro que nunca me hubiera enterado de la azarosa vida que tuvo este profesor nacido en Chemax, cuya casa paterna, dicho sea de paso, hoy se encuentra totalmente en ruinas.
Redactor de La Revista de Mérida, periodista y cronista cultural, amigo íntimo de Delio Moreno Cantón y Carlos R. Menéndez, regidor del Ayuntamiento de Mérida, secretario particular de dos gobernadores (Nicolás Cámara Vales y Eleuterio Ávila), enemigo de Salvador Alvarado y amigo íntimo de Felipe Carrillo Puerto, a Luis Rosado Vega me lo imaginó como aquellos intelectuales pegados siempre al poder —cualquier semejanza con algún escritor contemporáneo que conozcan es pura coincidencia— que no desperdician ninguna oportunidad para llevar a cabo sus proyectos.
Por eso, es de llamar la atención que nadie antes de David Anuar —poeta, antropólogo  y ensayista cancunense nacido en la turística ciudad de Cancún, pero avecindado en Mérida desde hace varios años—, hubiera reparado en una de las facetas menos conocidas pero más interesantes del poeta Luis Rosado Vega: la de arqueólogo improvisado al frente de un proyecto denominado pomposamente por él mismo como la Expedición Científica Mexicana que, como bien apunta la contraportada de este libro, “marcó un hito en lo que se volverían los primeros pasos de grandes instituciones que, a la fecha, procuran el legado del mundo prehispánico”.
Dividido en cinco apartados, el libro de David Anuar (en algún momento fue parte de su tesis doctoral) reivindica la figura como arqueólogo de este hombre que vivió ochenta y cinco años y que entre los años 1937 y 1938, tuvo el poder suficiente para convencer al presidente Lázaro Cárdenas de financiar un equipo de dieciséis personas lidereadas por él (por Rosado Vega, se entiende) para “descubrir y registrar la mayor cantidad de sitios arqueológicos en el entonces Territorio de Quintana Roo”, lo cual realizó de manera tan efectiva que llegó a visitar 61 sitios y a registrar 35 por primera vez. Entre ellos, el famoso lugar donde se erigen las ruinas de Tulum.
Dicen los que saben que muchas veces no es tan importante lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. El libro de David Anuar confirma esta aseveración, porque si bien es importante saber qué llevó al poeta Luis Rosado Vega a realizar la famosa Expedición Científica Mexicana, la forma en que reclutó a sus integrantes y de dónde sacó el dinero para financiar este experimento arqueológico, resulta igual, o quizá más interesante, enterarnos de cómo fue descubriendo David Anuar los documentos, cartas y reportajes que lo ayudaron a conformar su libro.
Así, el autor, en su interesante periplo de investigación, nos lleva de la casa en el centro de Mérida donde falleció Rosado Vega a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia en Ciudad de México, pasando por la Sala Bibliográfica Chilam Balam de Tusik, en la capital del estado de Quintana Roo.
Quizá por mi veneración al cuento, uno de los capítulos que más disfruté es el que se refiere al encuentro frustrado entre Lázaro Cárdenas y Luis Rosado Vega. Pude ver al general en su trimotor escribiendo de su puño y letra las frases “Fuerte norte. Baila el trimotor” y “Continúa con su jarana el trimotor” mientras el pequeño avión en el que viajaba se bamboleaba por causa del mal tiempo. Y pude también acompañar a David Anuar en su imaginación cuando narra lo siguiente:
“Así me gusta imaginar a Cárdenas, a orillas del mar Caribe, cubierto por el frescor de las palmeras, kilómetros de altas palmeras verdes, y el sonido de las olas frente a él, y él sorbiendo el agua de un coco recién abierto y con un cuenco de ceviche y mariscadas, frutos de la mar nuestra para el presidente que le devolvió a Quintana Roo el peso específico de su existencia política”
Un arqueólogo desconocidoLuis Rosado Vega y la expedición científica mexicana es un libro que cautiva tanto por su cuidada prosa como por los asombrosos hechos que desvela. Imposible leerlo sin sentir que nos adentra en un mundo tan cautivante como la vida misma de Rosado Vega.
Texto publicado el 2 de abril del 2025 en el periódico La Jornada Maya

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