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El vergonzoso caso Vadillo | Por Carlos Martín Briceño

La vida de Evelio Vadillo Martínez, el ex dirigente comunista mexicano que estuvo recluido en cárceles soviéticas por más de veinte años víctima del terror estalinista, da para inspirar no solo una novela, sino hasta una película o uno de esos interminables biopics de Netflix que mantienen al público pegado a las pantallas.

Traiciones, amores frustrados, asesinatos y venganzas políticas permearon la existencia de este carmelita que murió de un paro cardiaco a los cincuenta y cuatro, tres años después de su regreso a México, mientras tomaba un aperitivo en el Café Cosmos contiguo a la Torre Latinoamericana.

Era extraño que una historia de esta naturaleza no hubiera llamado antes la atención de los narradores mexicanos, pues aun cuando circulaban algunos relatos sobre Vadillo Martínez (El camarada Vadillo, de Héctor Aguilar Camín, publicado en Nexos en marzo de 1990, el más conocido) e incluso una extensa tesis de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (Un comunista mexicano en el gulag. El caso de Evelio Vadillo Martínez, de Enrique Montes García, publicada en agosto de 2013), no existía una novela que diera a conocer los entretelones del vergonzoso caso de este compatriota que acabó en el gulag, según cuentan algunos, por pintar en las paredes de un retrete ruso “¡Chingue a su madre el padrecito Stalin!”

Por eso es de celebrar la aparición del libro El regreso del Kazajo (Fondo Editorial Estado de México, 2022) de Gerardo Antonio Martínez, en el que su autor, utilizando los recursos de la novela negra, rescata al personaje principal de esta historia, le construye un alter ego al que nombra Emilio Padilla y lo sitúa en el año 1955, en plena Guerra Fría, una vez que el carmelita ha conseguido pisar de nuevo tierra azteca.

“Intrigado por la peripecia que vivió Vadillo para volver al país quise abordar este relato desde la ficción y de esta forma desentrañar sus cuestionamientos sobre los vaivenes ideológicos, las contradicciones, la frustración y los aspectos personales que lo llevaron a abandonar al hijo y regresar para ver que sus camaradas le daban la espalda”, confiesa el autor en una entrevista a propósito de esta obra, su ópera prima, con la que obtuvo el Premio de Novela en el Certamen Nacional de Literatura Laura Méndez de Cuenca 2022.

Así, aderezando los hechos reales con una buena dosis de ficción, Gerardo Antonio Martínez crea una segunda historia en donde imagina la posibilidad de una nueva desaparición del personaje, pero esta vez en su propio país y en la que estarían involucrados los rusos, los gringos, el gobierno mexicano e incluso los antiguos camaradas comunistas de Padilla.

Contada a través de las voces de dos de sus protagonistas principales: Nacho Cervera, el detective a quien le encargan averiguar el paradero de Padilla y el propio Padilla, del cual leemos una serie de monólogos que se supone ha escrito desde el cautiverio, la novela avanza con agilidad gracias a sus diálogos vivaces y a sus atinadas descripciones que evocan el estilo tradicional de la novela negra anglosajona: “El comandante Narváez azotó los limones en la tabla. Sacó un cuchillo del cajón de su escritorio y carraspeó sus flemas con la misma furia con la que cortó los limones. Exprimió el jugo sobre la carne molida que se cocinaba en el refractario. El bochorno saturaba el sótano del Ministerio Público de tal forma que las gotas de sudor escurrían por las mejillas de Cervera”.

Y aunque no se trata de una novela histórica, pues la trama se centra tanto en resolver el misterio de la desaparición de Padilla como en explorar la complejidad del pensamiento idealista de sus protagonistas, por momentos El regreso del Kazajo funciona como tal, pues su autor recrea algunos pasajes con sumo detalle para mostrar el ambiente que se vivía en la Ciudad de México en los años cincuenta del siglo pasado: “El asfalto cocinaba la lluvia y despedía un vapor acidulado. Para ser sábado, la cantina La India estaba a medio cupo, con la barra semivacía y algunos puñados de fumadores, que para su cantidad saturaban el local con una nata de humo. Algunos bebían cerveza y chupaban trozos de limones. Los más bárbaros los masticaban. Otros arreciaban la partida de dominó…”

El regreso del Kazajo, como toda novela negra, tiene ciertos elementos que la vuelven atractiva: atmósfera pesada, un detective con personalidad atormentada, pasajes de persecución y violencia, pero, sobre todo, giros inesperados al término de cada capítulo para animar al lector a continuar ininterrumpidamente la lectura.

Hay novelas que saldan deudas personales de sus autores con sus protagonistas, en este caso Gerardo Antonio Martínez ha escrito esta obra, me atrevo a decir, para dialogar con Evelio Vadillo Martínez, un hombre que no merecía el injusto castigo que le impusieron por sus ideales y también para recordarnos que desafortunadamente, todavía, en pleno siglo XXI, nadie está exento de terminar con sus huesos en prisión por oponerse a las ideas de algún omnipotente dirigente político.

 

Texto publicado el 15 de diciembre del 2023 en el suplemente Laberinto del periódico Milenio

Enlace: ‘El regreso del Kazajo’: el vergonzoso caso Vadillo Grupo Milenio

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