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De la vasta piel y Playa Paraíso, caliente lectura para el verano | Héctor Palacio

Ahora que las vacaciones de verano han iniciado y después de habernos pasado leyendo obras densas durante la pandemia, es justo tomar precisamente un descanso para disfrutar libros que fluyan con facilidad, que nos den placer inmediato, que nos diviertan; y claro, es natural que este tipo de producciones, más allá del entretenimiento, también nos hagan reflexionar a final de cuentas. Es el caso de dos autores que quiero sugerir. Carlos Martín Briceño con De la vasta piel, y Gustavo Marcovich y su Playa Paraíso; ambas, por Ficticia Editorial. Si bien la segunda transcurre a la orilla del mar, como el título sugiere, asimismo algunos de los cuentos del primer autor abrevan de la cercanía marina. Muy a tono con una de las posibilidades del verano, pues.

Los cuentos de Marín los he leído con mucho agrado y no pocas sorpresas, espaciados durante pocas semanas, para disfrutar uno a uno en su propio universo; así lo demanda el género, aprovechando pequeños espacios de tiempo. En el caso de Marcovich, la lectura de las casi 130 páginas de su crónica que se torna novela o novela “cronicada”, y dada la abrumadora carga de trabajo que traigo, quise dividirla en 2 o 3 días; pues bien, no pude contenerme y la leí de un jalón, como se dice. 70 páginas por la mañana, y el resto por la noche de un mismo día. Ambas obras, deleitables en cuanto a su escritura y su lenguaje; también en cuanto a las historias que narran al lector.

I. De la vasta piel

Como Antología Personal subtitula Martín Briceño su colección de 29 cuentos en De la vasta piel. Según los registros, fue muy bien recibida por los comentaristas literarios y por quienes recomiendan libros. De acuerdo con estos, se trata de una selección hecha por el autor a partir de tres libros previos, Los mártires del Freeway y otras historias (2006), Caída libre (2010) y Montezuma´s Revenge y otros deleites (2014).

Entre otros, Martín Briceño ha recibido los premios y reconocimientos siguientes: Premio Nacional de cuento Beatriz Espejo 2003; Premio Nacional de cuento de la Universidad Autónoma de Yucatán 2004; y Premio Internacional de Cuentos Max Aub 2012, precisamente por uno de los escritos que le ha dado mayor prestigio “Montezuma’s Revenge”, que se incluye en De la vista piel, antología asimismo galardonada por el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares 2018.

Si bien el autor ha partido del cuento para abrirse un espacio en la literatura mexicana, también ha abordado el ensayo, ha colaborado en medios como La Jornada y El Universal, y recientemente publicó su primera novela, La muerte del Ruiseñor, sobre la breve existencia del compositor y cantante Guty Cárdenas.

De la vasta piel es una magnífica antología que muestra el estilo y el ánimo del autor. Cuentos redondos, “clásicos” en cierta manera se puede argumentar, con la estructura básica de un principio sólido, un desarrollo y un final, con fortuna, sorprendente. Tal como sugieren autores del género y en particular como estableciera Edgar Allan Poe en La filosofía de la composición. Marín es audaz al momento de seleccionar temas, observa la realidad tanto personal como colectiva y allí los encuentra; ¿dónde más?, claro. Y algo que se agradece, no hay corrección política en el uso del lenguaje. Sugerente o crudo, no se cuida de complacer al lector sino que busca las mejores posibilidades para contar la historia; el ojo de la inteligencia al servicio preciso de la pluma. Muchos de los cuentos están cargados de sensualidad, erotismo y aun sexo y perversidad, lo que no es un atractivo menor al momento de leer, incluso y cuando esta característica no sea necesariamente el centro de la historia que se cuenta sino una de las expresiones más humanas que acompañan la traza vital de los individuos.

No mencionaré mis cuentos favoritos porque cada uno de ellos es una pequeña aventura en su universo. Aunque necesariamente hay que referir “Montezuma’s Revenge”; tal vez el cuento más prolongado del autor. Y otros como “Quizás, quizás”; “El cuerno de la abundancia”; “Día de feria”; “Hacer el bien”; “Insomnios”; “Dante para iniciados” “Zona libre”; “Made in China”; en fin, todos los incluidos en esta colección personal.

Y quiero mencionar un cuento que no aparece en la antología, “Cabriolas” (sobre los chuc chuc del sureste; lagartijuelas aparecidas, según yo, después de la erupción del volcán El Chichonal en 1982), en el cual me pareció reconocer una presencia del “Axolotl”, de Julio Cortázar. Cuando tuve oportunidad de comentarle al autor, este me dijo “‘Cabriolas’ es mi homenaje personal a Cortázar”; lindo cuento, y lo digo a pesar de mi aversión a los chuc chuc.

Y como en este espacio hemos evocado anteriormente a Guty Cárdenas, aquí va el bello “Rayito de sol”, como preámbulo a la novela de Carlos Martín Briceño.

II. Playa Paraíso

La franqueza, la genuina ingenuidad, el humor y aun el desmadre, característicos de algunos de los personajes de Playa Paraíso no sé si atribuirlos también a Gustavo Marcovich, a quien tuve la fortuna de conocer personalmente durante la pasada Feria del Libro de Valle de Bravo (mayo-junio de 2022), de la que es fundador y director, y a la cual tuvo la generosidad de invitarme. Gustavo es un individuo que trasmina sinceridad, ironía sutil y sentido del humor. Y esto está presente en su obra. Se trata de un desmadre, en sentido mexicano, pero muy bien estructurado. Organizado con precisión.

Hay tres elementos estructurales en Playa Paraíso, la geografía bien delimitada (una playa casi virginal en las costas de Guerrero, pasando Acapulco), el contexto histórico (verano de 1982), y el contenido, el desarrollo de la historia que es el mérito literario del escriba. Esta claridad y el desarrollo literario me hicieron sumamente disfrutable el libro de Marcovich que en su contraportada es descrito como un “cuento largo”. Naturalmente, para mí no es un cuento largo sino la crónica del viaje de unos jóvenes a la playa que, conforme se conflictúa la trama, se convierte en una novela corta, no tan breve, o si se me permite, una novela cronicada. Cuando le comenté esta impresión al autor, me dijo estar de acuerdo; tampoco es que le guste el conflicto.

La reseña de la propia contraportada dice que se trata de “la historia de una generación de hijos de exiliados españoles y latinoamericanos transterrados en México que, en la adolescencia, solían ir de vacaciones a Guerrero”. Puede ser, pero me parece que en su ámbito mexicano, la obra tiene una ubicuidad mayor, se extiende a los jóvenes de la clase media de la Ciudad de México de esos años (y de algunas otras ciudades grandes del país). Sus tribulaciones existenciales, la problemática familiar y su interacción con el poder político, usualmente en papel de víctima.

Mientras la historia transcurre en las playas de Guerrero, en España se juega el Mundial de Futbol de 1982 y México, que por cierto fue eliminado y no participó, venía en términos políticos de la violencia del Estado contra los jóvenes en 1968 y 1971, y en general, se estaba aún en el contexto de la llamada Guerra Sucia; lo cual permite ubicar esencialmente a los personajes y el desarrollo de la novela.

Pero toda esta formalidad es sólo el mental marco de Marcovich que yo encuentro. En realidad, la aventura de los jóvenes es una constante fuente de humor –de pescado, frijol, tortilla hechas a mano y salsas variadas tres veces al día, a veces un caldito de pescado; más un montón de cerveza y mariguana-, de amistad a prueba, de música, palíndromas y juegos amorosos, sexualidad a veces frustrada y diversión casi infinita en medio del olvido, hasta que la fiesta se termina de manera inesperada y abrupta al cabo de una semana. Sin duda, el lenguaje y el espíritu juveniles me hicieron recordar a De perfil, de José Agustín; y en cierta medida, esta de Marcovich es una obra de iniciación.

Gustavo Marcovich llegó muy joven a México proveniente de Argentina y de ascendencia rusa. El golpe militar lo exilió y terminó viviendo en Puebla, Ciudad de México y Valle de Bravo. Estudió Química en la UNAM pero prefirió escribir. Ha sido Premio Nacional de Novela Breve Amado Nervo 2013, por Responsables en este momento; Premio Bellas Artes Testimonio Carlos Montemayor 2014, por Papel es traza; Premio de Novela Corta Radamés Novelo Zavala; y le encanta el juego de la pelota, pues ha escrito 18 cuentos de futbol.

Papel es traza cuenta la historia de una mexicana que tras ser bailarina y maestra de danza, por necesidad termina sembrando y cosechando mariguana en el norte de California en Estados Unidos, “es un trabajo ilegal, dicen. No lo sé. Pagan y eso es suficiente. Todo trabajo que se realiza por dinero es algo inmoral”; una buena crónica o testimonio, como indica el premio Carlos Montemayor.

Marcovich también ha hecho un magnífico documental sobre el célebre Festival de Avándaro, de 1971, donde trata de encontrar la ubicación exacta del escenario de los eventos.

Y aquí, un reproche fraterno al autor. En algún momento, los personajes de Playa Paraíso escuchan todo un disco, las “rolas” de Three Souls in my Mind, en boga por esos tiempos y ahora mismo transformados en El Tri, de Alejandro Lora, a quien como ya saben en este espacio, he llamado “La cotorra ronca prianista y guadalupana”. Lo de ronco a perpetuidad y cotorra se explica solo; también lo que sigue, pero lo hago explícito.

Cuando apareció Lora, el supuesto rebelde, con sus enormes camisolas con la imagen de la virgen de Guadalupe al frente no lo pude creer, tampoco cuando apareció promocionando votos para el Prian. ¿Era convicción, publicidad, negocio? ¡Cómo un roquero rebelde va a ser guadalupano o de cualquier denominación religiosa!, me dije. ¡Cómo un roquero rebelde va a promocionar al partido más reaccionario de México!, me dije. De allí mi animadversión; aparte de que su música es de la más infinita elementalidad; peor que el sonsonete de Chico Che. Pero este no es problema de Marcovich ni de los personajes de tan disfrutable novela-cronicada-novela; quise aprovechar la ocasión.

Afortunadamente, también se escucha otra música en Playa Paraíso como “I will survive”, cantada por Gloria Gaynor.

“Falsaria”, de los hermanos Martínez Gil, con El Gran Combo de Puerto Rico; vivo en México.

 

Texto publicado originalmente el SDPNoticias, el 24 de julio del 2022

Enlace: https://bit.ly/3Q6Dh2I

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