«Este podrá no ser un mundo muy fragante, pero es el mundo en el que usted vive», dice Raymond Chandler en uno de sus mejores ensayos. La misma sentencia podría ser la premisa de Toda felicidad nos cuesta muertos, colección de relatos criminales de Carlos Martín Briceño recién publicada por Lectorum.
Supe del talento de Carlos Martín hace trece años por boca de su editor, el también escritor Marcial Fernández, quien me regaló uno de sus libros acompañado de una frase: «Léelo, no te vas a arrepentir». No mentía. Reconocido, como uno de los mejores cuentistas del México actual, Carlos Martín es autor de Los mártires del freeway (Ficticia, 2006), Caída libre (Ficticia, 2010) y Montezuma’s revenge (Ficticia, 2014). Es también autor de la novela La muerte del ruiseñor (ediciones B, 2017). Desde 2018 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de México, y ha obtenido premios como el Internacional de cuento Max Aub y el Nacional de Literatura José Fuentes Mares.
Conformado por cinco relatos inscritos en la mejor tradición del noir, Toda felicidad nos cuesta muertos es protagonizado por personajes que viven un precario equilibrio que amenaza con romperse. Ejemplo de ello es el primero de los cuentos, Montezuma’s revenge, que expone con agilidad y tensión una verdad que, a fuerza de repetir, hemos perdido de vista: en México se resuelven tan pocos crímenes que la impunidad parece garantizada.
Localizado en un ambiente turístico donde los extranjeros imponen sus reglas, este cuento acusa una enorme carga simbólica. El protagonista, un mexicano aficionado a ligar extranjeras, hace el recuento de su conquista más difícil: Paige, una inglesa despampanante, juega con él una danza macabra. Aunque la chica le busca y le coquetea, en el último momento se niega a ir a la cama con él. Obsesionado, el protagonista accede a cosas «que jamás debió haber permitido». La tensión del relato no proviene pues de un crimen y su solución, sino de saber quién ganará este duelo de voluntades. De pronto, sin premeditación, irrumpe el crimen y todo se resuelve en un final que puede ser amargo o feliz según quien lo mire. Otro cuento que destaca es Los mártires del freeway. La historia comienza cuando una serie de asesinatos desconciertan a la policía: cadáveres de muchachos comienzan a aparecer afuera de las iglesias de una localidad. Todas las víctimas son clientes asiduos de un antro gay, y todos se dedicaban a la prostitución. Además presentan señales de tortura: rostros quemados, cuencas de ojos vacías, torsos desgarrados. El encargado de resolver esos crímenes es Desiderio Grajales, un novato investigador mexicano dispuesto a renovar la forma en que los delitos son investigados en México. Lo mejor de este relato no es el suspense, de por sí muy bien llevado gracias a la certera dosificación de la información, sino la profundidad psicológica que deriva de los conflictos existenciales del investigador.
Los conflictos éticos son también el eje de Hombres de bien, cuento breve que retrata la doble moral que impera en ciertos círculos sociales. Tras la muerte de su madre, el protagonista es enviado a un internado para varones. Allí, en paralelo a una rígida educación que busca convertirle en un ciudadano ejemplar, el protagonista debe sobrevivir en un ambiente enrarecido por «extrañas leyes impuestas por alumnos rebeldes». Se trata de un cuento que descansa en el silencio: el del protagonista, el de los directivos y alumnos del internado, pero también el del personajenarrador que sólo al final revela, en un adjetivo, la oscura transformación que ha ocurrido en él.
En resumen, Toda felicidad nos cuesta muertos es un sobresaliente libro de relatos que funciona en distintos niveles: una lectura llena de suspenso para quienes buscan historias que los mantengan al borde del asiento, un ácido retrato del México actual y un excelente catálogo de herramientas para quienes desean aprender el oficio de narrar. Léanlo, no se van a arrepentir.
Texto publicado originalmente en el periódico el Siglo de Torreón el 5 de octubre de 2020