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La narrativa «criminal» de Carlos Martín Briceño | Armando Pacheco

Imagínese despertar un lunes de primavera, tomar una ducha de agua caliente, ponerse la ropa deportiva y salir a un parque lleno de vegetación y árboles para correr y respirar un aire limpio, fuera de toda contaminación; tras bajarse del auto mirar a una muchedumbre de curiosos, el ulular de patrullas y a los policías tomar el sitio. «—Han matado a una prostituta; —No, era una mesera del restaurante de la esquina». Por curiosidad se las ingenia y logra llegar hasta donde se puede vislumbrar la sábana blanca, ya enrojecida, cubriendo el cadáver de la víctima. Al día siguiente, en los periódicos de crónicas policíacas, el titular temerario: Un feminicidio más en pleno parque público. Pero imagínese aún más: es usted un escritor. ¿Qué haría con la anécdota presenciada o leída en el diario?

Carlos Martín Briceño no duda en su profesión de narrador y recrea hechos «reales» ficcionándolos con personajes y situaciones límites que culminan en historias macabramente bien estructuradas. De este trabajo literario surge su nuevo libro Toda felicidad nos cuesta muertos. Cinco cuentos negros, publicado en la colección Marea alta de la editorial mexicana Lectorum.

Compuesto de cinco relatos, el autor abre el cuentario con su afamado texto Montezuma’s revenge que ganara en 2012 el Premio Internacional de Cuento Max Aub, con sede en España. En esta narración el personaje-narrador es un profesionista que por más intentos que hace por «tirarse» a una extranjera, dotarla de atenciones e incluso sacarla de la cárcel por sus excesos de turista, no logra su propósito. Cuando el protagonista piensa que por fin tendrá momentos de placer con su «pareja», el texto da una vuelta de tuerca donde se desatará la ira y ésta culminará con sucesos dramáticos, acaso fatalistas, para todos los personajes.

La doble moral, el abuso sexual y la pederastia son temas que se reflejarán en el cuento Hombres de bien; en él, Martín Briceño narra ciertas acciones que llevan a su personaje ser testigo, acaso cómplice, de los excesos cometidos en un colegio para varones en una ciudad conservadora. Una muerte inesperada destapará la cloaca de los directivos de ese centro educativo al mismo tiempo que nos hará reflexionar sobre el futuro de quienes siendo estudiantes, podrían terminar siguiendo los pasos de sus victimarios.

Los mártires del Freeway, título que diera nombre a su primer conjunto de cuentos publicados bajo el sello de Ficticia Editorial, es una historia que se sumerge a la vida nocturna de los sexoservidores de una ciudad dominada por los prejuicios sociales; el protagonista, un principiante en criminología, formado en los Estados Unidos, es designado para llegar al esclarecimiento del caso de un posible asesino serial. Los crímenes tienen como lugar común el atrio de una iglesia y el modus operandi de un criminal sanguinario y perverso. Los centros nocturnos, el ligue entre homosexuales y el machismo dentro de una corporación policiaca son explorados por el autor que, aunque cae en ciertos «prototipos del universo gay» de la década de los años ochenta, no entra en moralinas ni condenas. Cuento extenso pero sagaz cuyo final se centra entre lo temerario y erótico.

El racismo, los amigos secretos a través del chat y la supremacía social son los tópicos que el lector advertirá en Cibercafé, un cuento que de entrada nos narra la vida rudimentaria de un personaje que se obsesiona de una adolescente y que sólo bastarán unos minutos, unas palabras, para que la psiquis reaccione al rechazo y culmine en un hecho macabro.

Para cerrar Toda felicidad nos cuesta muertos. Cinco cuentos negros, Carlos Martín Briceño escribe El caso Montelongo presentándonos a un personaje patético: una periodista treintañera, gorda, adicta a la comida chatarra y los capuchinos, con un padre alcohólico, «promesa de la literatura» y empleada de un periódico de ideas conservadoras. La protagonista, para esclarecer el crimen de una mujer hallada en un baldío y que fuera apuñalada con saña, tendrá que rifársela desde el conocer un table dance, pagarle el trago a una bailarina hasta acostarse con un sexoservidor. En el cuento, su autor, destapa la incompetencia policiaca y la incriminación sin bases sólidas. Con un final inesperado, el texto, quizá, sea el que más explore las condiciones humanas en varias de sus aristas.

Esta nueva publicación es una muestra de la capacidad de su autor para abordar temas alejados de su confort creativo: el erotismo, y, por ello, sólo nos queda decir: ¡Enhorabuena!


Texto publicado originalmente en Diario Arte y Cultura en Rebeldía el 5 de agosto del 2020

 

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