a muerte del Ruiseñor (Ediciones B, 2017), es la ópera prima en el género de novela del narrador y cuentista mexicano Carlos Martín Briceño (Mérida, Yucatán 1966). Definida por el escritor como una metanovela, narra la vida del compositor Guty Cárdenas, el Ruiseñor Yucateco, quien es asesinado en una riña de cantina en el Salón Bach de la ciudad de México (5 de abril de 1932), cuando apenas había cumplido veintiséis años.
En paralelo, Martín Briceño hace partícipe al lector de su proceso de escritura, mismo que no es nada fácil por tratarse de su primera incursión en el género. De manera sutil y frontal nos introduce a la vida del compositor y a la del propio autor quien desea hacer “un texto entrañable, una historia que permanezca largo tiempo rebotando en las mentes y corazones de los lectores”.
Con mirada autorreferencial, porque ya lo decía García Márquez: “la vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”, nos va enriqueciendo con confesiones de su niñez, de sus padres, de su esposa e hijos; así como de su comodidad en el género del cuento, sus sentimientos hacia su círculo cercano, sus anhelos, miedos y frustraciones.
En un ejercicio introspectivo, se hace planteamientos de su futuro como escritor. A través de una “trenza narrativa”, Martín Briceño va intercalando pasajes de su vida y la del compositor; nunca se puede prever cuál será el próximo capítulo. Hace gala del oficio de narrador, incluyendo letras de canciones, cartas, a veces con lenguaje metafórico, otras con la crudeza de la vida, pero siempre desinhibido, ameno, ligero.
El lector no permanece ajeno a los datos, a los escenarios donde transcurren los hechos cotidianos; es así como nos transporta a la primera mitad del siglo XX y nos trae de vuelta a la actualidad, haciéndonos viajar en un ir y venir, sorprendiendo a la ingenuidad hasta convertirla en complicidad.
Hay que reconocer que a pesar de que se trata el tema de la muerte de manera recurrente -no sólo del compositor, sino del padre del autor- de un desconocido y de un conato en sus hijos y él mismo, la dinámica y el ritmo narrativo no permiten reparar en esto en una primera lectura, ya que el personaje del autor nos persuade para avanzar con él y revivir su pasado, sus emociones, en una especie de purga y sanación. Quizá buscando ese “Rayito de sol” que ilumine su futuro como novelista, el mismo que cantaba su padre y cuyo compositor es Guty Cárdenas.
No se puede leer a Martin Briceño y continuar indiferente. El lenguaje sencillo, sin rebuscamientos ni pretensiones, más que ofrecer un texto honesto, hace que se remuevan recuerdos y sentimientos, empatizando, en el mejor de los casos, con su lector. Sin duda la memoria franca plasmada en la novela sobrevivirá a su creador y trascenderá, cumpliéndose su anhelo de permanecer en el tiempo y rebotar, por qué no, más allá de los espacios del corazón.