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La literatura tiene la obligación de vencer a Internet para atrapar al lector, señala cuentista*

Por Reyes Martínez Torrijos

1En el sureste mexicano, en contraste con el resto del país, existe una violencia silenciosa, debido al racismo, la falta de oportunidades y el incesto, fenómeno que permite explicar la alta tasa de suicidios en la península de Yucatán, señala el cuentista Carlos Martín Briceño.

El autor del libro Montezuma’s Revenge y otros deleites, que hace unos días fue presentado en el Palacio de Bellas Artes, señala: “Ninguno de mis cuentos es complaciente, son relatos duros que hacen cuestionarse a las personas, y pensar.

Procuro siempre que sean respetuosos. Sí, hay mucho sexo, mucha violencia en algunos casos, pero trato de cuidar esa línea fina para que no se convierta en pornografía o en relato descarnado de violencia, dice Briceño (Mérida, 1966) a La Jornada.

Describe el volumen como “intenso y gozoso. Hay mucha alusión a la comida, la música. Siempre me preocupa porque el lector se divierta o se atrape… La literatura hoy tiene la obligación de vencer a Internet, las redes sociales, el cine, la televisión; tiene que competir con todos esos medios para atrapar al lector”.

El libro, publicado por Ficticia, toma el título del relato Montezuma’s Revenge que ganó el Premio Internacional de Cuento Max Aub en 2012, aborda en 10 relatos la situación de parejas e individuos personajes que exploran una situación extraña a pesar de su cotidianidad en el contexto, la mayoría, del sureste mexicano.

En Mérida hay esta dura realidad social del maya discriminado, de la supremacía blanca que genera una serie de complejos en todos los niveles sociales, que provocan estas historias. El índice de suicidios más alto de la República, comparable con los países escandinavos, está en el sureste. Leí unas estadísticas de que el promedio de personas que se suicidan en Yucatán, Campeche y Quintana Roo es igual o mayor que el promedio diario de los que se mueren víctimas del narco en el centro y norte del país.

Y contrasta el carácter de la literatura realizada en su región: “Más intimista, más dirigida hacia lo que le sucede a uno, si tiene ganas de echarse a alguien o si no le hicieron caso; la literatura del norte es más hacia afuera: lo que está sucediendo, lo que hacen los narcos, el gobierno y cómo afecta a las personas.

Al final de cuentas los seres humanos seguimos viviendo a pesar de lo que sucede a nuestro alrededor, porque no pueden hacer otra cosa sino tratar de vivir. Pueden estar en Michoacán despedazándose los defensores con el gobierno y los soldados y sin embargo en una casa las personas tienen que seguir levantándose, desayunar, comer, tratar de ir a la escuela; tienen que vivir a pesar o encima de todo eso.

El poder de transformar

Briceño se declara enamorado del cuento y lo describe como la manera “más honesta de acercar a las personas al mundo de la literatura (…) El cuento es tan preciso que a pesar de que puedas tener finales abiertos, ser posmoderno, sus reglas no han cambiado desde Chéjov y Maupassant: pocos personajes, un ambiente opresivo, un inicio atrapante, un juego de complicidad del lector con el autor”.

Subraya que el siglo XXI es el momento de ese género. Para mí el cuento es el instante de una vida que puede abarcar toda una vida y nos sumerge a los lectores en el momento de ese personaje, que siempre tiene que salir transformado de alguna manera. Un cuento o un relato donde al personaje principal no le pasa nada no es un cuento, puede ser una buena crónica, un chisme, un divertimento pero el verdadero cuento sale transformado, a la par del lector.

*Texto publicado el 17 de mayo del 2014 en el periódico La Jornada

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