por Ignacio Trejo Fuentes
Carlos Martín Briceño es uno de esos frecuentes casos de escritores que, por vivir en la provincia, parecen no existir pese a haber publicado más de un par de libros notables: por las razones que sean, y sobre todo por la enorme distancia, poco, casi nada, sabemos de ellos. Este autor nació en Mérida, Yucatán, en 1966, y ahora entrega un volumen de cuentos que vale la pena conocer.
En Los mártires del freeway y otras historias reúne piezas uniformadas por la violencia; en la mayoría de ellas tal carga permanece latente, pero dispuesta a desatarse en cualquier momento. Hay indudables asomos de locura, incestos, amores entre viejos y jóvenes, homosexualidad y mucha muerte.
Además, Martín Briceño cuida correctamente sus mecanismos narrativos, el lenguaje, arriesga con la peligrosa imbricación de lo onírico y lo concreto y por eso sus textos capturan la atención desde el principio y se sostienen.
Sagazmente, el autor rinde homenaje a sus referentes preferidos, como Dostoievsky y Cortázar.
Muchos de sus cuentos se ubican en el entorno de Briceño, Mérida y sus alrededores, y nos descubren que cada espacio esconde sucesos truculentos que bien vale la pena conocer. Supongo que sus lectores locales se deben escandalizar por hallarse retratados de una u otra forma, por saber que a su alrededor se mueve tanta desolación y podredumbre; en ese sentido, el escritor debe considerarse un testigo privilegiado que no se arredra ante la posible mojigatería y comprueba que en todas partes se cuecen ricas habas.
Si los cuentos valen mucho la pena, hay que destacar el texto largo que da título al volumen. Cuenta la comisión de una serie de asesinatos de homosexuales en Mérida, que conmocionan a la comunidad porque tienen el sello de un asesino serial. Las víctimas, casi siempre hombres muy jóvenes, son martirizadas y despojadas de uno de sus ojos, y luego tiradas en las inmediaciones de una iglesia. En el caso interviene un criminólogo asimismo joven que estudió en otra parte y pretende poner sus conocimientos al servicio del esclarecimiento de los crímenes, pero se topa con la estupidez y los vicios de la policía local. En sus pesquisas el detective se involucra con los homosexuales de Mérida, frecuenta sus lugares de reunión, intima con algunos, y en esas andanzas descubre sordideces al pormayor y nos envuelve en una atmósfera pesada y asfixiante. Mientras investiga suceden otros crímenes, y debido a eso la tensión crece y nos mantiene en vilo. Por supuesto me abstengo de contar el final de esta historia, mas puedo asegurar que su resolución es muy buena.
Qué bueno que gracias a la Editorial Ficticia podamos conocer el trabajo de Carlos Martín Briceño y de otros autores de provincia tan buenos como hay.
Este es un magnífico botón de muestra, y sería magnífico que el yucateco nos acercara al resto de su trabajo, el que, si tiene las cualidades del que he leído, no tiene por qué mantenerse como si no existiera.